jueves, 25 de marzo de 2010

EL MENDIGO QUE AMABA AL REY

Mauricio Piñera El 22 de marzo a las 17:28 Responder
El mendigo oyó que el rey era una persona muy sensible y que sabía corresponder con creces a los que le demostraban su cariño. Lo que tal vez no escuchó es que también se trataba de una persona muy inteligente.

El mendigo comenzó a cantar el nombre del rey por las callejuelas de la ciudad. Cantaba que adoraba al rey, que no podía vivir sin él, que él éra su aliento y su hálito de vida, su gloria y su morada. Fingía tanto amor que todo ello llegó a oídos del monarca.

- Haced venir al mendigo - ordenó el monarca . Quiero conocer a un hombre que perece amarme tan apasionadamente.

El mendigo se presentó ante el rey, convenciendo de que sería generosamente recompensado. Se quedó de piedra cuando escuchó que el monarca le preguntaba:

- Qué prefieres que te destierre o que el verdugo te corte la cabeza dentro de un mes?

El mendigo comenzó a temblar espantado. Empezó, entre gemidos, a suplicar:

- Desterradme, desterradme, señor.

Entonces, el monarca dijo:

- Sin demora, mañana al amanecer, que el verdugo deje caer su pesada hacha sobre el cuello de este miserable. Es un embustero.

El mendigo fue ajusticiado. El primer ministro estaba desorientado, así que no dudó en preguntar al rey:

- Pero señor, porqué habeís sabiado que mentía y fingía su amor hacía vos?

- Es bien simple -dijo el monarca- Si de verdad me hubiera amado, habría elegido morir por el sólo hecho de gozar de mi presencia en esta vida un mes más. ¿No hubiera sido esa la elección de un apasionado enamorado? Si hubiera optado por morir, mi buen primer ministro, hubiera dado a ese hombre la mitad de mi reino.

EL SABIO DECLARA:

MUCHOS DICEN AMAR, PERO SON POCOS LOS QUE AMAN INCONDICIONALMENTE.

COMPASIÓN Y SABIDURÍA

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